PARÁBOLAS DE JESÚS

 

Parábolas de Jesús

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Las parábolas de Jesús son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.

La parábola es una narración sobre un hecho cotidiano de la época presentado de una manera exagerada para dar a conocer un misterio espiritual.

La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano y la Parábola de los dos hijos

Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje solo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen "endurecidos sus corazones" y han "cerrado sus ojos" no puedan entender. 



PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

EL SEMBRADOR


Jesús contó historias sencillas de la vida cotidiana para transmitir una enseñanza espiritual de modo que esta fuera fácil de recordar. Estos relatos se denominan Parábolas. Hoy vamos a conocer la Parábola del Sembrador que Jesús contó y que puedes leer en Lucas 8:5-15

Un sembrador salió a sembrar su semilla. Parte de la semilla cayó junto al camino y en el camino fue pisoteada y los pájaros se la comieron.

Otra parte de la semilla cayó entre piedras donde no había mucha tierra. Estas semillas brotaron muy rápido porque la tierra no tenía profundidad. Pero cuando salió el sol las plantas se secaron por falta de humedad porque no tenían
raíces.

Otras semillas cayeron entre espinos y al crecer juntos los espinos ahogaron la semilla.

Pero otra parte de la semilla cayó en buena tierra y creció produjo fruto y dio una buena cosecha, hasta cien granos por semilla.

Jesús explica la parábola
La semilla representa el mensaje de Dios. La semilla que cayó junto al camino representa a la persona que escucha la Palabra de Dios y no la entiende. Así como la semilla junto al camino no pudo crecer el mensaje de Dios no pudo crecer en las personas.

La semilla que cayó entre piedras representa a las personas que oyen el mensaje y lo reciben con alegría pero no tienen suficiente raíz y cuando vienen los problemas o persecución por causa del mensaje de Jesús tropiezan, creen por un tiempo pero a la hora de la prueba abandonan.

La semilla que cayó entre espinos representa a los que escuchan pero poco a poco se dejan ahogar por las preocupaciones de la vida, por las riquezas, los placeres de la vida, las tentaciones. La semilla no puede crecer tan rápido como los espinos, algunas personas le dan mas importancia en su vida a otras cosas antes que el mensaje de Jesús y eso les impide obedecer la Palabra de Dios.
Pero la semilla que cayó en buena tierra son las personas que escuchan el mensaje se Dios y lo entienden y lo obedecen. La Palabra de Dios crece en sus corazones y las personas son transformadas. Estos dan fruto y producen 100 veces mas.

¿Qué clase de tierra quieres ser?



ACTIVIDADES:










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PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO


 Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde." Y él les repartió la herencia. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su herencia viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partidos hacia su padre «Estando él todavía cerca, vio a su padre y, conmovido corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente a la gente. El hijo le dijo "Padre, pequé contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu herencia con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"

Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."









        

PARÁBOLA DE LA OVEJA PERDIDA



Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle. Pero los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces les propuso esta parábola: ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se perdió hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y, al llegar a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió. Os digo que, del mismo modo, habrá en el Cielo mayor alegría por un pecador que hace penitencia que por noventa y nueve justos que no la necesitan"(Lc)

La alegría que le producen los noventa y nueve justos -la mayoría- no parece suficiente al buen pastor, que piensa en el que está perdido, y –después de dejar seguros a los fieles- busca al extraviado. Nadie es indiferente al Señor; cada uno vale mucho a sus ojos; le duele la situación del perdido; sufre y quiere salvarle y se alegra con todos cuando lo ha recuperado. El perdón tiene el rostro de la alegría por los que vuelven al redil seguro y reconfortante.



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